La amenaza del cambio climático ha generado una avalancha global de documentos políticos, sugerencias de soluciones tecnológicas y recomendaciones acerca de diferentes estilos de vida. Lo que todas estas propuestas tienen en común es que su aplicación supondría en casi todos los casos cierta incomodidad social y cuantiosos perjuicios económicos. Sin embargo, una serie de estudios demuestra que, al menos en el plano de la salud pública, este punto de vista está equivocado: si se aplican de forma adecuada, las medidas para combatir el cambio climático pueden por sí mismas suponer una mejoría generalizada de la salud.
4 – Agricultura y alimentación.
La agricultura y la producción de alimentos representan del 10% al 12% de las emisiones de gas de efecto invernadero. La ganadería es responsable de cuatro quintas partes de estas emisiones, lo que incluye el metano (un gas de efecto invernadero más potente que el CO2) que emiten los rumiantes. La modificación del uso de la tierra, incluyendo la deforestación para la cría de ganado, es otro importante foco emisor. El aumento de la riqueza conlleva un aumento del consumo de carne y las previsiones apuntan a que la cría de ganado crecerá de forma importante en el futuro para abastecer una demanda en expansión.

Las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, algunos tipos de cáncer y otras enfermedades relacionadas con la sobrealimentación, las dietas de alto contenido en grasas y el reducido ejercicio físico ya están aumentando su incidencia en algunos países menos desarrollados. El estudio identifica diversos cambios que se están poniendo en práctica en la ganadería para reducir las emisiones: una mayor eficiencia de los métodos; más captura de carbono mediante la modificación del uso del terreno; mejor gestión de los desechos; y menor dependencia de los combustibles fósiles. Estas cuatro modificaciones, aunque necesarias, no parece que sean suficientes para lograr alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de gas de efecto invernadero para 2030, y el estudio analiza las consecuencias para la salud de una quinta modificación: una reducción del 30% en la ganadería. El estudio afirma que este recorte llevaría a una similar disminución del consumo de carne y lácteos. Asimismo, el estudio muestra el probable efecto sobre la salud mediante la utilización de datos del Reino Unido (un país industrializado) y la ciudad de San Paulo, en Brasil (un país con una economía en transición, pero cuyo consumo de carne es elevado).
Beneficios para la salud.
La disminución de un 30% del consumo de grasas saturadas animales reduciría las enfermedades cardiovasculares entre la población adulta aproximadamente un 15% en el Reino Unido y un 16% en la ciudad de Sao Paulo, en Brasil. Si el estudio hubiera tenido en cuenta algunos resultados adicionales sobre la salud, tales como la obesidad y las variedades de cáncer relacionadas con la alimentación, los beneficios podrían haber sido bastante más sustanciales. El comercio de ganado es global y las políticas que se sugieren en el estudio solamente tendrían efecto si se aplicaran en el mundo entero. Sin embargo, debido a las actuales desigualdades en la disponibilidad de productos alimentarios, la política del sector agrícola debería asegurar que se cubren las necesidades nutricionales de todas las poblaciones.