El 3 de julio de 2011, el estudiante francés Adrien Gontier decidió modificar su forma de vida para no consumir ningún tipo de producto que contuviera aceite de palma durante todo un año. Para lograrlo, en su menú no podrían aparecer ni platos precocinados ni alimentos congelados, ni patés para untar ni productos de bollería industrial de ningún tipo.
La producción de aceite de palma supone un grave atentado y una verdadera calamidad para el medio ambiente y es responsable de la creciente deforestación que padecen Indonesia y Malasia. Después de haber conseguido los propósitos que deseaba, Adrien hace balance de su experiencia. El aceite de palma se encuentra en numerosos artículos de consumo cotidiano y librarse de él es un asunto que requiere una enorme atención cuando se llevan a cabo las compras.
Esta grasa, utilizada básicamente debido a su bajo coste, aparece en la composición de muchos tipos de alimentos, desde bebidas hasta leche para bebés o bollería industrial. Pero el aceite de palma también se utiliza para fabricar cosméticos y productos del hogar.
De esta forma, para evitar su consumo se requiere una especial atención cuando se compran champús, cremas de afeitar, gel de ducha y desodorantes. Además, el consumidor concienciado debe tener presente que los fabricantes no mencionan el aceite de palma en sus etiquetas, sino que lo enmascaran con seudónimos tales como “grasa o aceite vegetal”. El aceite de palma también se encuentra en aditivos alimentarios como el E304, el E305 y el E471, así como en varios agentes activos.
El aceite de palma supone el 1% de todos los agrocombustibles que se utilizan en la composición del gasoil (el porcentaje de agrocombustibles en la gasolina debe ser de un 10% según normativas de la UE). Es decir, 50 litros de gasoil contienen dos cucharadas soperas de aceite de palma. Esta cantidad, que a simple vista parece insignificante, deja de serlo si se tiene en cuenta la enorme cantidad de vehículos que circulan por las carreteras de la Unión Europea. Además, Arien supo por sus investigaciones que estos datos corresponden a Francia, ya que en otros países la mezcla contiene un mayor porcentaje de aceite de palma: en Italia, por ejemplo, cada vez que se llena un depósito se incluye en él un litro de aceite de palma.
En total, uno de los cinco millones de toneladas de palma que se importan cada año a la UE se destina a los mal llamados “biocombustibles”. “Desde que hice este descubrimiento, siempre traté de desplazarme o en bicicleta o en transporte público, aunque algunas veces me encontré con muchas dificultades.”, reconoce el estudiante francés, quien resume así su experiencia: “Al fin y al cabo, vivir sin consumir aceite de palma es posible siempre y cuando se limite el consumo de productos industriales y se lean atentamente las etiquetas de los productos. Ahora puedo decir que aprendí a hacerlo y por ello voy a seguir con esta práctica siempre que pueda ya que, por ejemplo, en casa de amigos o en restaurantes es prácticamente imposible”.
Adrien ya piensa en su siguiente reto: vivir un año sin consumir soja, cuyo cultivo acentúa la deforestación amazónica; sin teléfono móvil, como forma de denuncia contra la extracción de minerales utilizando mano de obra infantil en África; y sin residuos, tratando de generar sólo un kilo de basura al año, frente a la media francesa de 350 kilos anuales.
2 Comments
ALBERTO
FELICITO TU TRABAJO… LA CULTURA AMBIENTAL ES MUY DIFICIL REQUIERE DE UN TRABAJO DE CADA INDIVIDUO…RESPONSABLE CON MI CONSUMO RESPONSABLE CON MIS RESIDUOS… GRACIAS POR TU EJEMPLO…
Iria
Llevo 1 semana sin consumir aceite de palma y se hace realmente difícil. Sería interesante que entre todos hiciésemos una lista de productos libres de aceite de palma.