A todos nos gusta lucir ropas nuevas. ¿Pero, cuando vamos de tiendas, nos paramos a pensar de dónde vienen los productos que tan a la ligera adquirimos? La industria de la moda esconde unos datos que muchos consumidores ignoran.
Si somos un poco minuciosos y nos paramos a mirar las etiquetas de las prendas que nos gustan, nos daremos cuenta de que una enorme proporción de las mismas es de origen asiático. ¿Qué se esconde detrás de esta deslocalización en la producción de textiles? Y, habiendo tanta gente capaz de diseñar y confeccionar moda en nuestros países, ¿por qué los consumidores lo estamos permitiendo?
María Almazán es una diseñadora gallega que lleva a cabo el proceso completo de creación de ropa, desde su diseño a su confección. Esta concienciada emprendedora con sede en Gondomar, Pontevedra, reivindica el poder del consumidor y anima a todo el mundo a que se acerque a los talleres y a las personas que sepan coser en su comunidad para experimentar una nueva forma de producir nuestras prendas.
En su tienda-taller, la diseñadora trabaja con algodón y lino ecológicos. Sus telas, que pueden adquirirse a través de su página web, provienen de Turquía e India, de una cooperativa certificada con el distintivo de comercio justo. Del mismo modo, los tintes que utiliza están libres de sustancias químicas nocivas, metales pesados, formaldehido, disolventes aromáticos, transgénicos… Incluso una de sus gamas de textiles está teñida a base de plantas y frutas, sin intervención de ningún otro producto.
Para los productos que no pueden ser ecológicos, tales como botones o cremalleras, la diseñadora ha organizado un concurso de “botones reciclados” mediante el que recepciona los botones encontrados por los participantes y después reparte un premio.
En su página web, María Almazán ofrece información sobre los sellos y certificaciones de los que podemos fiarnos a la hora de adquirir prendas de ropa “ecológicas” o de comercio justo, y advierte sobre los certificados que las empresas crean para “ecoblanquear” sus productos y, de esta forma, comercializarlos entre un sector de consumidores cada vez más exigentes y críticos en sus hábitos de consumo. Original, creativa y concienciada, esta diseñadora es todo un ejemplo de los pequeños pasos que todos podemos dar para llevar una vida más acorde a nuestros principios éticos.