La conservación de los bosques es uno de los retos más importantes de la época post Kioto. “Un reciente informe de la agencia de estudios de mercado internacional McKinsey & Company estima que los bosques pueden colaborar en un 50% a lograr el objetivo de reducción de emisiones propuesto a escala global para 2020. Para ello, es imprescindible acabar con la deforestación”, afirma el jefe de producto de Blue Next, Bolsa europea del carbono.
El informe Stern valora en 10.000 millones de dólares anuales la inversión necesaria para frenar la deforestación. Uno de los medios que propone para lograr dicha financiación es la integración de los bosques como activos de mercado lo que se prevé ocurrirá en un plazo no superior a cuatro años. En el marco del protocolo de Kioto, los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDP) permiten invertir en iniciativas de recuperación de bosques o en la gestión sostenible de los mismos. Pero, de momento, dichos proyectos forestales sólo representan el 1% de las inversiones MDP. Esta cantidad resulta insignificante comparada con las sumas que mueve el mercado de carbono, que ascienden a 43.000 millones de dólares anuales.
El sistema económico no valora ciertas acciones medioambientales como son la conservación de los bosques o evitar la deforestación. Esta situación está a punto de cambiar: El sistema de “Reducción de las Emisiones relacionadas con la Deforestación y con la Degradación de los bosques”(REDD) prevé atribuir a los bosques un precio correspondiente al carbono que consiguen almacenar al mantenerse en pie. Según este sistema, invertir en el almacenamiento de una tonelada de carbono otorgará el derecho a créditos que podrán ser canjeados en el mercado global del carbono. Las distintas modalidades de este sistema se estudiarán en la Conferencia Internacional de Copenhague en diciembre de 2009.
Las iniciativas REDD podrían representar más de 1.000 millones de toneladas de CO2 anuales y otros tantos créditos carbono. Ante la inminente puesta en funcionamiento de este sistema, los inversores permanecen expectantes. Actualmente se están llevando a cabo algunos proyectos piloto financiados por ONGs e instituciones financieras, tales como el Banco Mundial. Para que este sistema obtenga el necesario éxito, deberá instaurarse un clima de confianza entre los futuros inversores fundado en una gestión transparente y respaldado por unas normativas y estándares comunes a todos los estados. No solamente será necesario proteger las zonas afectadas, sino que resulta indispensable atajar las causas que las han llevado a esta situación, tales como la tala de árboles para la calefacción o para paliar el hambre creando tierras de cultivo.
El éxito de este nuevo negocio dependerá del mecanismo que se adopte para hacer funcionar las iniciativas REDD. Se contemplan dos opciones: un sistema de fondos de ayuda al desarrollo o una integración al mercado del carbono. También se puede optar por un sistema mixto de fondos de ayuda e integración parcial al mercado del carbono. El sistema se encuentra aún en una fase de elaboración. No obstante, es muy probable que la era post Kioto sea la era de las inversiones verdes.