A pesar de la crisis económica, el coste de los atascos en EEUU sigue aumentando. El Instituto de Transporte de la Universidad A&M de Texas ha publicado su informe 2010 Urban Mobility, en el que se evalúa el coste económico derivado de la gasolina que se malgasta en los atascos, las horas laborales perdidas y el aumento del precio del petróleo.
“La recesión nos ayudó a olvidar los problemas nacionales de la congestión del tráfico y los indicios de recuperación que estamos viviendo deberían ayudarnos a recordarlos”. Así lo afirma el comunicado de prensa del estudio 2010 Urban Mobility Report, que informa sobre la congestión del tráfico en 439 áreas urbanas en EEUU y que ha sido recientemente publicado por el Instituto de Transporte de Texas. Gracias a un nuevo método de medición de la velocidad del tráfico, que se combina con los datos estatales del volumen del tráfico, los investigadores son ahora capaces de conseguir unos resultados más exactos sobre los problemas a los que se enfrentan los conductores urbanos. Tras dos años de ligeros descensos en el nivel de congestión del tráfico, que pueden ser atribuidos a la crisis económica y a los elevados precios del petróleo, los indicadores muestran que, a medida que la economía comienza a repuntar, los problemas de tráfico hacen lo mismo. En 2008 se vivió el mejor año desde hace al menos una década para los conductores urbanos, pero el problema volvió a aumentar en 2009.
“Gracias a las nuevas tecnologías que estamos aplicando”, informa el investigador Shawn Turner “somos capaces de recopilar datos que hace unos años nos habría sido imposible conseguir.” “Los datos recogen las condiciones de cada día del año, tales como los problemas causados por el clima, los accidentes, los eventos especiales, las vacaciones, las áreas de trabajo y otros factores que impactan de forma directa en el flujo de tráfico”. En el informe se detallan los beneficios en cuanto a reducción de tráfico que se lograrían mediante la aplicación de dos estrategias diferentes: por un lado, la mejora del transporte público y, por otro, la ampliación de carreteras. Según los cálculos del estudio, sin los servicios de transporte público los conductores habrían sufrido 785 millones de horas adicionales de retraso y habrían consumido 640 millones de galones más de combustible, lo que se traduce en un ahorro de 19.000 millones en costes por atascos. Por otro lado, las mejoras de las carreteras ahorran a los viajantes 320 millones de horas de retrasos y 265 millones de galones de combustible, lo que equivale a un ahorro en atascos de 8 mil millones de dólares.

Los investigadores recomiendan la adopción de medidas equilibradas y diversificadas para reducir la congestión del tráfico. Sus estrategias incluyen: Hacer el mayor uso posible de los sistemas de transporte existentes. Añadir capacidad de carreteras y transporte público en los lugares donde más se necesita. Modificar los hábitos, implantando soluciones tales como compartir coche y aplicar horarios de trabajo flexibles para evitar las típicas hora punta. Ampliar las opciones aportando rutas alternativas, apoyo tecnológico para la optimización de trayectos y carriles de peaje para que los viajes sean más rápidos y más fiables. Diversificar la ordenación del desarrollo de infraestructuras para que el tráfico de peatones, ciclistas y carriles de peaje sean más prácticos.
Adoptar expectativas realistas, reconociendo por ejemplo que las áreas urbanas extensas van a estar congestionadas, pero no tienen que permanecer congestionadas durante tanto tiempo. “No existe una solución aplicable a todos los problemas de tráfico”, afirma Lomax, del equipo de investigadores que llevó a cabo el informe. “La estrategia más efectiva es aquella en la que las acciones estatales se complementen con esfuerzos por parte de empresas, fábricas, conductores y demás viajeros”.