La creciente contaminación que se sufre en muchas ciudades provoca enfermedades tales como cáncer, diabetes y malformaciones genitales. La protección de la salud de los niños debe se una prioridad europea.
Cada vez es más evidente que la salud de los más jóvenes tiende a degradarse. Ni las normas, en su mayoría establecidas para los adultos, ni las leyes, en su mayoría establecidas para no obstaculizar los intereses económicos a corto plazo, permiten frenar esta tendencia. Por muy inaceptable que sea, hay que reconocer que el crecimiento económico está por encima del crecimiento de nuestros niños. ¿Es el aumento de la esperanza de vida un signo del éxito de nuestro progreso social? Si bien es cierto que nuestros ancianos viven más tiempo que sus padres, esta evidencia no debe ocultar una realidad menos alegre y más inquietante: desde principios de los años 80, el estado de salud de los jóvenes tiende a degradarse en todos los países desarrollados y especialmente en la Unión Europea. Desde hace 20 años, el índice de casos de cáncer entre los niños aumenta un 1% anual. El aumento de los diferentes tipos de contaminación (química, radioactiva, electromagnética, biológica) durante estos últimos años, unido a la vulnerabilidad particular de los organismos en desarrollo (fetos, niños, adolescentes) explica en gran medida esta dramática evolución. La legislación europea en materia de protección del medioambiente es bastante ambiciosa, sus dictados sobre el principio de precaución, el principio contaminador-pagador y la reducción de los perjuicios en la fuente que los genera constituyen el núcleo de la misma. Sin embargo, una buena legislación no es suficiente si no se aplica adecuadamente. En la Unión Europea, la aplicación de la ley en materia de protección del medioambiente y la salud choca de frente con la lógica económica que limita su alcance.
Las normas y los valores límite constituyen un compromiso entre los intereses económicos a corto plazo y la protección medioambiental y de la salud, es decir, la salud económica del sector industrial cuenta tanto como la de los ciudadanos, si no más. Además, las normas se establecen de igual forma para una persona adulta con un peso de 70Kg que para los niños, jóvenes y los fetos, sin tener en cuenta la específica sensibilidad de los mismos. Por otra parte, la aplicación de la legislación vigente en muchas ocasiones sufre retrasos que propician casos de contaminación irreversibles y daños humanos importantes, cuyas víctimas son los más frágiles. El movimiento político de objetores de conciencia belga (mpOC) ha lanzado un llamamiento para la protección de la salud de los niños cuyo objetivo es invertir la actual tendencia. Basada en el “principio del niño mejor protegido”, esta organización exige la aplicación general de la legislación más rigurosa existente en el mundo. En ausencia de estrictas legislaciones, propone la aplicación de medidas individuales.
La protección de la salud de los niños debe ser una prioridad absoluta. El llamamiento, que se dirige a todos los sectores del poder, propone también iniciativas colectivas, asociativas e individuales, implicando de igual forma tanto a responsables políticos como a asociaciones y particulares: todos están invitados a apoyar esta campaña.