Ya era hora. En el mes de noviembre, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) por fin reconocía públicamente que el peak oil o cénit del petróleo es una cuestión importante. Este reconocimiento marca un punto de inflexión en las negociaciones internacionales sobre la energía. La organización Post Carbon Institute fue creada en 2003 para dar a conocer la importancia de este fenómeno, que ya fue pronosticado en 1956 por Marion King Hubbert y ha sido ampliamente divulgado por Colin Campbell, Kenneth Deffeyes, Matt Simmons, Richard Heinberg, James Howard Kunstler, y muchos otros. El instituto, que pretende aportar soluciones ante los problemas que no solamente el peak oil, sino también el fin del crecimiento económico van a plantear a las personas, ha lanzado un vídeo en el que recoge de forma sencilla la historia de la revolución industrial, la utilización de los combustibles fósiles y las soluciones a los problemas a que nos enfrentamos. Adjuntamos transcripción de la película «The Ultimate Roller Coaster Ride: an abbreviated history of fossil fuels», narrada por Richard Heinberg.

Pero los precios del petróleo vuelven a bajar, y a todo el mundo se le olvida la escasez energética. Tiene lugar un enfrentamiento entre el mercado y los sistemas de economía planificada, y el mercado gana: adiós, malvado imperio soviético. Los políticos deciden que el mercado será la solución para todo. Llegan los ordenadores personales, y la globalización conquista el mundo cuando el mercado se da cuenta de que la mano de obra es más barata en China. De pronto, todo el mundo tiene un teléfono móvil, pero la producción mundial de petróleo alcanza su pico. China está consumiendo la mitad del carbón del mundo para fabricar los productos de exportación. Pero, ¿de dónde sacará el carbón que necesita para seguir creciendo? Con los
problemas medioambientales en todos los rincones del planeta, niveles crecientes de CO2 que provocan olas de calor récord, inundaciones y sequías, con los océanos acidificándose, la erosión del sustrato avanzando a un ritmo de 25.000 millones de toneladas anuales debido a la agricultura industrial, los bosques milenarios desapareciendo, las especies extinguiéndose a un ritmo mil veces superior que los índices normales, el agua potable escasa y contaminada, las compañías petroleras perforando a millas de la costa, porque se ha acabado el petróleo barato y sencillo de extraer (pero una de las plataformas petrolíferas mar adentro explosiona y contamina el golfo de México…) La producción se traslada a los países contaminantes, donde la mano de obra es barata, mientras que EEUU se convierte en un casino donde el sector financiero constituye el 40% de la economía. Pero Wall Street se paraliza, sube el desempleo, el crédito se evapora, la economía está al borde del colapso… Nos encontramos en el presente. Es increíble lo que hemos logrado en sólo 200 años, sólo tres generaciones, desde el principio de la industrialización hasta nuestra era. ¿A dónde nos dirigimos? No podemos seguir duplicando la población mundial, ni podemos seguir emitiendo CO2 a la atmósfera. No podemos seguir destruyendo el sustrato, ni incrementando el consumo, ni basando nuestra economía en los cada vez más escasos combustibles fósiles. No podemos seguir imprimiendo dinero para resolver la crisis de endeudamiento. Ha sido un viaje increíble, pero todo tiene sus límites. Este no es el fin del mundo, pero tenemos que hacer cuatro cosas de forma inmediata: Aprender a vivir sin combustibles fósiles. Adaptarnos al fin del crecimiento económico tal y como lo conocemos. Alimentar a 7.000 millones de personas y estabilizar una población sostenible. Arreglárnoslas con nuestro legado de destrucción medioambiental.

Es decir, tenemos que vivir dentro del presupuesto que ofrecen la naturaleza y sus recursos renovables, a un ritmo que les permita regenerarse. ¿Podremos hacerlo? No tenemos más elección. Las fuentes de energía renovables son importantes, pero no pueden reemplazar a los combustibles fósiles con el tiempo de que disponemos. Además, hemos diseñado y construido nuestra infraestructura para el transporte, la electricidad y la agricultura de forma que encajen con el carbón, el petróleo y el gas. El cambio a otras fuentes de energía requerirá un nuevo diseño para ciudades, procesos de fabricación, sistemas sanitarios, etc. También tendremos que restablecer algunos de nuestros valores culturales: ninguno de nuestros problemas globales puede solucionarse desde el aislamiento, algunos ni siquiera tienen solución. Tenemos que prepararnos para una forma distinta de hacer negocios. Nuestro objetivo debe ser la resiliencia, la habilidad para absorber impactos y seguir funcionando. Si no hacemos nada, también acabaremos viviendo en un futuro postcarbón, pero el panorama será bastante desolador. Sin embargo, si planificamos la transición, podemos conseguir un mundo en el que convivan comunidades robustas, poblado por gente sana y creativa y lleno de ecosistemas con millones de otras especies. De una u otra forma, este es el viaje de nuestras vidas. Es necesario comprender los retos y pasar a la acción.
2 Comments
guss
A ver, a ver… Si llegamos a tiempo, y no nos Inunda el Cambio Climático con lluvias torrenciales
Silvia
El corto «300 años de combustibles fósiles» ha sido galardonado con el premio DoGooder Nonprofit Video Awards de YouTube/See3!!