Las ciudades se gastan millones en limpiar las aguas de las sustancias químicas que se utilizan en la agricultura. (The columbus Dispatch, 11 octubre 2010) Cada dos semanas, el departamento de aguas de Columbus (EEUU) extrae una muestra del agua potable en 11 puntos de las fuentes que atraviesan zonas agrícolas en su curso hacia las reservas de agua de la ciudad. Estas muestras se envían a los laboratorios, que se encargan de medir la cantidad de atrazina y otros contaminantes químicos procedentes de la actividad agrícola que se filtran en las aguas potables de la ciudad.

Además de la atrazina, el objetivo de los análisis es detectar otras sustancias tales como acetocloro, alacloro, cianacina, metalacloro, metribucina y simacina. Según las concentraciones que encuentre, el laboratorio podrá sacar conclusiones sobre las cantidades de carbón en polvo que tendrá que añadir para reducirlas hasta los niveles que el gobierno considera aceptables. Actualmente, la Agencia Estadounidense de Protección del Medioambiente ha señalado un nivel de seguridad de atrazina en las aguas potables de unas 3 partes por mil millones. Según los responsables del análisis, en los años 80 era fácil encontrar concentraciones de 3 a 5 partes por mil millones en algunas reservas hídricas.
La ciudad de Columbus utiliza más de 10 toneladas diarias de carbón en polvo, lo que les cuesta a los contribuyentes unos 10.800 dólares diarios en primavera y verano, cuando las concentraciones de atrazina son más elevadas. En el año 2009, la ciudad se gastó más de 1,5 millones de dólares en el carbón en polvo y en los análisis del agua. La ciudad también cuenta con un sistema de ayudas económicas a los agricultores para que disminuyan su consumo de productos químicos. Del año 2002 a 2004, la ciudad pagó unos 225.000 dólares a los agricultores que aceptaron reducir o eliminar del todo su uso de atrazina. Según el diario The Columbus Dispatch, los niveles de atrazina han descendido no porque los agricultores estén utilizando menos cantidad de productos químicos, sino en parte debido a la escasez de lluvias, que normalmente arrastran estos químicos a los acuíferos. Por otro lado, los agricultores están utilizando el herbicida Roundup, un producto cuyas concentraciones en agua aún no están siendo controladas en los análisis del agua de la ciudad.