Las empresas europeas, con su presencia internacional, provocan impactos en la vida de las personas. Aunque algunos son positivos, como generar empleo o potenciar el traslado de tecnología, también causan daños sustanciales sobre las personas y el medioambiente. Con demasiada frecuencia, y especialmente cuando operan en países del sur, las empresas adoptan comportamientos inaceptables: desde imponer condiciones precarias en el empleo, hasta destruir selvas tropicales.

Las empresas europeas deben asumir su responsabilidad legal cuando causan impactos negativos sobre las personas y el medioambiente, en cualquier país donde estén operando. Las empresas multinacionales deben publicar información veraz sobre sus actividades.
Las víctimas de terceros países deben tener acceso a la justicia en la UE. «Es hora de reflexionar sobre la construcción de un mejor gobierno mundial en el que las normas de RSE (Responsabilidad Social Corporativa) que combinen iniciativas privadas y públicas traspasen las fronteras de los Estados para encontrar su espacio.» Michel Doucin, experto en asuntos de bioética y RSE. Los impactos no se producen sólo en los países del Sur.
El 60% del comercio mundial consiste en operaciones que se producen entre multinacionales y sus empresas filiales. Muchas de estas operaciones pasan a través de paraísos fiscales, lo que permite evadir impuestos, ocultar manipulaciones contables y llevar a cabo prácticas corruptas y, en muchos casos, fraudulentas. Mientras tanto, los gobiernos europeos y sus políticas alientan a las empresas a generar mayores beneficios (a menudo a costa de las personas y el medioambiente), y las víctimas de estas violaciones de los derechos humanos en muchos casos no logran acceso a la justicia.