Michel Lerond es ecólogo y ensayista francés, autor de varios libros sobre los actuales retos a los que se enfrenta la humanidad.
La idea de crecimiento, la sostenibilidad y el desarrollo sostenible son los temas que Michel analiza para explicar el actual proceso que vivimos y desenmascarar las políticas que, en muchas ocasiones, se dirigen por caminos erróneos.
Reencontrarnos con una agricultura multifuncional.
La primera función de la agricultura debe ser alimentarnos. Esto puede parecer iconoclasta en una época en la que la gran mayoría de nosotros vive en la opulencia. Pero, ¿qué ocurrirá con los cultivos hiperseleccionados y por consiguiente poco adaptables cuando tengan lugar episodios climatológicos aleatorios?
La agricultura debería reencontrar su multifuncionalidad original: ante todo la producción de alimentos, pero también la conservación de los recursos naturales y los paisajes, la prevención de riesgos naturales y la conservación de la calidad del agua. Por consiguiente, el agua debe ser considerado como un bien esencial y el acceso a la misma como un derecho fundamental que no puede convertirse en mercancía.
Del mismo modo, la tierra debería considerarse patrimonio mundial protegido. Debido a que el hiperconsumo es uno de los causantes de gran número de problemas medioambientales, será necesario reducir el consumo de carne y fomentar la reactivación de la agricultura de supervivencia, especialmente en los países del sur.
Después, la vivienda: el hábitat, como protección física debe ser revisado en función de las futuras evoluciones climáticas y de la falta de energía. Será necesario mejorar las prestaciones térmicas de los edificios y recurrir a las energías renovables (solar, geotérmica y eólica) a escala individual. Asimismo, será necesario imaginar una nueva arquitectura que tenga en cuenta al mismo tiempo las evoluciones, la energía y el hábitat tradicional, es decir, una síntesis entre la arquitectura tradicional y la contemporánea.
Reducir las distancias.
Uno de los mayores objetivos de reducción de distancias, para limitar el transporte y el consumo de energía, es acercar el domicilio y el puesto de trabajo. Además, se deberán favorecer los circuitos cortos de distribución de mercancías.
Por otro lado, habrá que fomentar el comercio de proximidad imponiendo un precio fijo de fabricación idéntico para todos. El trabajo a distancia (Internet) y la creación de empleos independientes (artesanos, comerciantes, servicios sociales, etc.) podrán constituir una buena alternativa para una parte de la población.
Es necesario crear una nueva economía de la energía descarbonizada. Es cierto que volver a estos fundamentos constituye un reto inmenso, pero también una inevitable necesidad. Es una ocasión para volver a dar, especialmente a los más jóvenes, la posibilidad de proyectarse hacia el futuro.
No es el fin del mundo, pero sí el fin del mundo de una cierta opulencia, con un consumo que parecía no tener límites. Ahora comienza un nuevo mundo en el que deberemos ser más ahorradores, más respetuosos con la naturaleza. Es necesario pasar de la economía del “tener más” a la economía del “estar mejor”.