El ártico podría contener el 13% de todo el petróleo que está por descubrir en el mundo y el 30% del gas natural. Sin embargo, una serie de errores y meteduras de pata han propiciado que los ejecutivos dieran marcha atrás en las prospecciones de una zona tan sensible y volvieran la mirada hacia las alternativas más convencionales.
En la nochevieja de 2013, la plataforma de perforación de Shell, Kulluk, se fue a pique en aguas de Alaska, lo que levantó una tormenta de la opinión pública contra la empresa y mostró las pocas posibilidades que tenían de rentabilizar los 4.500 millones de dólares que la petrolera se había gastado en el ártico desde 2005. Shell, que se apresuró a cancelar sus planes de perforar en Alaska en 2013 y no parece muy convencida de querer volver en 2014, no es la única gran empresa que se ha dejado el dinero en el intento: Cairn Energy se ha gastado 1.200 millones de dólares en prospecciones en Groenlandia, sin encontrar nada. Gazprom ha tenido que cancelar su gigantesco programa de extracción de gas natural Shtokman debido a los elevadísimos costes que lo hacían inviable.
El accidente de la plataforma Kulluk apenas provocó daños, pero ha representado una lección importantísima para las empresas que andan detrás de los recursos del ártico. El Ministerio estadounidense de Interior se apresuró entonces a exigir medidas de seguridad a la empresa, que ya había sufrido varios hundimientos y retrasos debidos a las condiciones meteorológicas y había cometido diversos delitos en asuntos medioambientales y de seguridad durante la temporada de perforación de 2012. Según un informe del ministerio que se completó en marzo de 2013, Shell habría fracasado en un amplio espectro de tareas de funcionamiento y de seguridad. La decisión del Ministerio estadounidense llevó a la empresa ConocoPhillips a afirmar en abril de 2013 que suspendía sus planes para perforar en aguas del ártico, en Alaska, en 2014 debido a las incertidumbres de la legislación federal sobre permisos. La empresa noruega Statoil también ha anunciado su decisión de aplazar sus planes de perforar las aguas del ártico en Alaska de 2014 a 2015.
Según la NASA, si queremos comprender el clima global es imprescindible que dirijamos la mirada hacia el Ártico. El cambio climático ya está teniendo lugar en el Ártico, y de forma mucho más rápida de lo que sus ecosistemas son capaces de asumir. Observar el Ártico equivale a observar al canario en las antiguas minas de carbón, pero a escala planetaria. «El interés por extraer petróleo y gas es muy elevado, pero cada vez hay más preocupación por el medio ambiente y los riesgos que conllevan estas actividades», afirmaba Harald Norvik, tripulante de ConocoPhillips y antiguo director ejecutivo de Statoil, empresa pionera en el ártico. «Hasta ahora nos habíamos centrado en el ártico; ahora ponemos nuestras prioridades en otras zonas como Tanzania, Argentina y Texas», afirmó. «Aún hay muchas zonas que están por explorar», afirmaba Keppel’s Choo «tales como México, que probablemente contenga grandes cantidades de gas y petróleo (…)» «Hay yacimientos más asequibles que cuentan con mayores probabilidades de éxito», afirma James Rogers, Director Ejecutivo de Duke Energy, el mayor distribuidor de electricidad en EEUU «tales como el gas de esquisto, que está ganando en sección de mercado porque implica un menor riesgo y porque su coste es inferior».