El ensayo “Eating Animals” (comiendo animales), primera obra de este género del autor estadounidense Jonathan Safran Foer, ha recibido numerosos elogios y ha registrado un gran éxito de ventas en Estados Unidos, Italia y Alemania. La obra propone una serie de preguntas y respuestas tales como ¿por qué el hombre es carnívoro?; ¿es esta costumbre moralmente legítima? y, en especial, ¿cómo tratamos a los animales que nos comemos?
Entre datos estadísticos, recuerdos de la infancia y argumentos filosóficos, Jonathan Safran Foer se cuestiona las creencias, los mitos y las tradiciones familiares y nacionales relacionadas con el hecho de comer o no carne. A lo largo de los capítulos de su libro Eating Animals (Comiendo Animales), el autor lleva a cabo una extensa investigación que incluye una expedición clandestina a un matadero industrial y un reportaje sobre un rancho en el que se practica la ganadería tradicional. El autor explora la atrocidad desde todos lo ángulos posibles y los últimos vestigios de una civilización en la que los animales aún eran respetados. Como siempre ocurre con este tema, este libro no se librará de polémicas ni de discusiones apasionadas. Son muchos los lectores que disiparon sus dudas y se hicieron vegetarianos al leerlo. Además, los elogios que recibió por parte de famosos escritores han añadido un interés especial a la obra. «Se evocan de forma tan viva los horrores diarios en las granjas industriales y se evidencia de forma tan convincente la responsabilidad de los dirigentes del sistema que cualquiera que haya leído el libro de Foer y continúe consumiendo los productos de la industria o no tiene corazón o es impermeable a la razón, o ambas cosas». J.M. Coetzee.
«Mi abuela declaró que nunca comería cerdo, aunque le fuera la vida en ello. Muchas personas se acogen a esta apuesta de todo o nada cuando se trata de la elección de su dieta. Es esta una forma de pensar que no aplicaríamos nunca a otros aspectos éticos de la vida (imaginemos, por ejemplo, la posibilidad de mentir siempre o de no hacerlo nunca). No sabría decir el número de veces en las que, habiendo confesado a alguien que era vegetariano, mi interlocutor reaccionó resaltando algún tipo de inconsistencia en mi modo de vida o tratando de encontrar algún fallo en un argumento que yo aún no había desarrollado (en muchas ocasiones he tenido la impresión que mi vegetarianismo era más importante para los demás que para mí mismo).» «Tenemos que encontrar una forma más adecuada de hablar del hecho de que comemos animales.
Hay que buscar los medios de situar la carne en el centro del debate público, del mismo modo que en tantas ocasiones se encuentra en el centro de nuestros platos. Pretender llegar a un consenso se antoja algo inútil. Por muy fuertes que sean nuestros convencimientos sobre lo que es bueno para nosotros de forma individual, e incluso en lo colectivo, sabemos de antemano que nuestras posiciones van a chocar con la de nuestros vecinos. ¿Qué podemos hacer ante esta inevitable realidad? ¿Abandonar la discusión o encontrar un medio de reconducirla?»
2 Comments
Daniel
Muy curioso este artículo… además la gran repercusión es el alto coste para el medio ambiente que tiene el consumo de carne.
Areli
Donde podria comprar el libro en español?