Desde que comenzara la recesión económica en diciembre de 2007 en EEUU, la industria del Carsharing ha registrado un enorme crecimiento, desvelando un importante potencial y grandes oportunidades de negocio para posibles inversores. Esta innovadora solución de movilidad particular está gozando de enorme éxito tanto en Europa como en EEUU.
El Carsharing comenzó en Europa y llegó a Norteamérica en 1994 como una solución alternativa ante las carencias que planteaban otros medios de transporte tales como el taxi, la bicicleta, el alquiler de vehículos o el transporte en automóvil particular. Este servicio se basa en una sencilla fórmula que puede considerarse como un alquiler organizado a corto plazo: los automóviles pertenecen a una empresa independiente u organización y son compartidos a diario por un gran número de usuarios que los recogen y devuelven en un punto de la red de estacionamientos establecida por aquella.
Los dos principales beneficios sociales del carsharing son la disminución de vehículos en las carreteras y de sus respectivas emisiones. Según un estudio de la consultora estadounidense Frost & Sullivan, cada vehículo compartido sustituyó a una media de 15 automóviles particulares en 2009, y los usuarios del carsharing condujeron una media de 31% menos de lo que lo habrían hecho en un automóvil particular. Estos dos factores se traducen en 482.170 toneladas de CO2 menos en la atmósfera y menos tráfico en las áreas urbanas.
Los consumidores se benefician asimismo del carsharing porque no deben hacer frente a ningún coste derivado de la propiedad del vehículo. Según el estudio de Frost & Sullivan, el propietario medio de un automóvil que conduzca 20.000 kilómetros anuales a una velocidad media de 50 Km/hora puede ahorrar 1.834 dólares si pasa a utilizar un servicio de carsharing. Para aquellos propietarios de automóviles que recorran menos de 20.000 kilómetros anuales, el ahorro puede ser superior. Existen dos factores clave en el aumento que ha registrado el uso de este modo de transporte entre los ciudadanos de Europa y EEUU: en primer lugar, los beneficios económicos que supone en el contexto de la actual crisis económica mundial. En segundo lugar, debido a las normativas de emisión de gases de efecto invernadero, cada vez más restrictivas. Entre los años 2007 y 2009, el número de usuarios de este servicio creció un 117% en Norteamérica, y se espera que la tendencia continúe durante los próximos 10 años.
Según el estudio de Frost & Sullivan, se espera que los usuarios de este servicio alcancen los 4,4 millones en Norteamérica y 5,5 millones en Europa para el año 2016.
Ver artículo original (en inglés)